Finalmente, no hace mucho, terminé la prótesis. Quedó mucho mejor de lo que nadie hubiera pensado. Fue, incluso, mejor que la parte original. Un poco de embriagada ingeniería biónica para diseñar y producir la pieza; sólo una pizca de dolor para echarme a volar otra vez y así fue.
- ¿Listo para el despegue?
- Bueno, pues así como que listo listo pues, no pero veamos que pasa.
- Ase esto.
- ¿Qué chingados es?
- Un mapa, por supuesto.
- ¿Para?
- ¿Cómo que "para"? ¿Pues para qué va a ser sino para que sepas donde estás?
- Pero igual no tengo destino.
- Yo sé lo que te digo.
- Pero... es que la verda---
-¡Chingado! ¿Vas a tomar el puto mapa o no?
- Pero no me tienes que gri---
- ¡Pero nada chingado! O te lo llevas o te lo llevas.
- Bueno.
Y así, después de haber conversado con mi ala biónica, decidí emprender el vuelo. Al principio, nos llevábamos de maravilla. Volábamos y yo le decía que hacer. En un buen momento, sin aviso ni nada, decidió pararse frente a una estrella (ahora sé que fue una equivocación haberle dado sentimientos) y le contempló por largo rato.
- Vamonos.
- No, espera un rato.
- ¿Cuánto rato?
- Pues un rato más.
- Pero, ¿qué quieres si está dormida?
- Nada, sólo la quiero ver.
- Pero duerme.
- Si, y ya te dije que sólo quiero verla un rato.
Luego, la estrella despertó. Empezaron a platicar entre ellos y al parecer se llevaron muy bien pues mi ala se enamoró. ¿Qué cómo lo sé? Me contagió el sentimiento, así es como lo sé. Ahí estabamos, mi ala y yo, orbitandola, contemplándola, siendo idiotamente felices. No duró mucho.
Un buen día la estrella, que nos había estado dando tanto calor, se apagó. Mi ala se descompuso de tristeza y yo, irremediablemente, otra vez, caí y caí y caí y caí. Y seguí cayendo hasta, finalmente, estrellarme en el vacío.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario