Hace no mucho (para ser exactos hace no más de 15 minutos) estuve leyendo algo que me trajo gran alegría. ¿Qué qué era? Ja! No sea metiche. Que le baste saber con que me siento alegre.
Mas eso me puso a pensar en todo lo que he leído.
Primero, fue el Lazarillo de Tormes que me llevo a otro tiempo y a otro lugar. Muchas veces me sentí identificado con él. Pobre desdichado...
Después fueron cartas anónimas para mis "novias" malogradas (más bien nunca logradas) que leía una y otra y otra vez tratando de decidir si meterselas en la mochila o no. Supongo que las cartas esas eran un vómito de mis emociones y que la ortografía y la gramática eran terribles. Con esto no digo que ahora sepa como escribir (creo que nunca voy a dejar de aprender) pero pues ahora tengo, aunque sea, una mínima idea de como hacerlo.
Ya luego, llegaron las revista que compraba regularmente. Sergio y yo las comprábamos con El Güero y las leíamos en el tiempo que le llevaba a un par de treceañeros idiotas y distraídos caminar una distancia equivalente a la que a un veintiséisañero enfocado (y, no, no con focas) le llevaría media hora. TV Notas y Club Nintendo eran la receta de las tardes interminables, incansables e inalcanzables. Gracias a idioteces como esta fue que logré que me robaran un reloj Casio que mi mamá me había comprado tres días antes.
La Mosca (en la pared) y Complot marcaron la siguiente etapa. Una me acercó a la música de una manera más informada y la otra me acercó a la literatura de una manera más íntima. ¿Cómo olvidar el "Yo no soy uno de esos"? ¿"Cómo olvidar la épica entrevista con Def Con Dos? ¿Cómo olvidar los viajes a la tienda de revistas para buscar la nueva edición como un drogadicto busca su "fix"?
Luego ya vinieron los autores y con los autores llegaron las letras y con las letras llego el letargo de sentirme importante (el viaje a las estrellas) y con el letargo llegó Sabines con su "Peatón" y con el peatón llego el viaje a tierra y con el viaje a tierra llegó lo mejor.
Hoy, llegaron los mensajes de texto y me pusieron en las estrellas (otra vez), mas de diferente manera.
He leído bastante (mas no suficiente) y pues bueno, a lo que iba con todo esto. Es que las letras (aunque sólo haya descrito cosas buenas) te traen alegrías y amarguras. De las amarguras ni para que hablar. Ya lo dijo muy sabiamente Mr. Páez, "No me voy a tragar toda tu boludez no da ni para conversación". Fito, siempre tan sabio...
1 comentario:
leer en el subway es como tener un ipod. yo leo cuentos eroticos que encontre escondidos bajo unos escombros.
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