Hoy, vi, por primera vez, un recuerdo mojado. Estaba sobre el pavimento, cerca de la banqueta. Al acercarme en mi bicicleta vi a la distancia lo que parecía una ardilla cruda. Pensé "pobre ardilla qué mal se ve, pero qué bien se la ha de haber pasado anoche". Decidí no arrollarla sólo por no causarle más dolor y mantener el pavimento inmaculado. Al querer sacarle la vuelta, saltó y se enredó en mi pierna. Luego, se asió de mi otro pie y mi hombro derecho fue el freno que detuvo mi viaje.
Le vi, estaba un poco atolondrado por la caída y al recuperarse se metió debajo de mi pantalón. Comenzó a subir y, ya de pie, lo esperaba a que saliera por encima del cinturón. Ya para ese entonces habían pasado más de 10 segundos y, como todos saben, los recuerdos se pueden regenerar y degenerar en menos de un segundo. Y, aunque todavía mojado, ya había recuperado su vivacidad. Quise atraparlo y tirarlo lejos pero se me escurrió entre los dedos. En menos de un segundo estaba instalado en mi estómago y al segundo siguiente lo sentí cerca del pecho. Abrí mi camisa, saqué el encendedor y traté de quemarlo. El destello (más que nada) fue lo que le asustó y por lo que me soltó. Ya en el piso quise contemplarle pero lo vi queriendo saltar de nuevo hacía mi y le pateé. Subí a la bicicleta y me fui.
Todo el día no he dejado de pensar en él. Un recuerdo, lejano, triste/alegre, descuidado y sucio del que pensaba ya haberme desecho. Al parecer, algo de ese recuerdo entró en mí y nunca lo podré desechar del todo. Siempre está ahí, regenerándose, degenerándose, dictando lo que tengo que hacer y atormentándome a cada segundo.
Mañana, le buscaré nuevamente y le invitaré a vivir conmigo. Le propondré un concubinato amorfo. Le diré que juntos podemos crear nuevos recuerdos, que todos los días tendré una historia que contarle y que le compraré una toalla para secarle. Sólo espero que no recuerde lo que hice en la mañana.
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