La calle pasaba apresurada bajo mis pies. Alcé la mirada y vi que, bajo la lluvia, inmutable, le susurrabas al teléfono. Quizá le contabas historias de una hace una semana y un día o sólo el acontecer diario que a todos nos atormenta.
Apacible, con la mirada, te seguí: chaqueta larga; cabello semi-rizado, semi-liso y castaño a los hombros; guantes grises y un cadencioso andar. Continué siguiéndote con mi mirada, mas al buscar el lunar de tu mejilla izquierda no lo pude encontrar. Y fue entonces, sólo hasta entonces, cuando me di cuenta de que mi mente me engañaba.
But of course! You had just left y en el cosmo no había posibilidad alguna de que estuvieras ahí y de que yo, ahí, te estuviera viendo.
Decepcionado, seguí mi camino. Mas luego, el recuerdo del resto del día por venir trazó una sonrisa en mi mejilla y me hizo bailar al compás de mis audífonos.