Alguien toca la puerta. Me levanto del sillón y voy abrir la puerta.
-¡Oh Soledad! Vieja amiga. Sé que quieres pasar tiempo conmigo pero ahorita estoy algo ocupado disfrutando de mis amigos, conociendo a gente nueva. Sé, también, que nos volveremos a encontrar. Te pido no lo tomes a mal, no eres tú, soy yo.
Cierro la puerta y al dar la media vuelta sonrió por dentro.